CURSO SEGUNDO - 202

domingo, 29 de julio de 2018

viernes, 27 de julio de 2018

jueves, 19 de julio de 2018

miércoles, 11 de julio de 2018

El camino ancho y el camino angosto

               Ancho              Angosto 
        (camino fácil)     (camino difícil)                                                  

The colors


martes, 10 de julio de 2018

Canción de la semana


Himno de Colombia 

(coro y segunda estrofa)


Para recordar:
El próximo 20 de julio recordamos el día de la independencia.



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Cuento de pulgarcita

Repaso letra L
Lupita Equipo águilas


Pulgarcita

Había una vez una anciana mujer que nunca había podido tener hijos y vivía muy sola. Un día, decidió acudir a ver a una bruja que decían, podía conceder cualquier deseo imposible. La buena mujer le pidió un bebé y la hechicera le entregó una semilla de cebada, diciéndole que la plantara con mucho amor. Ella así lo hizo y de la tierra surgió la más hermosa flor que hubiera visto en su vida.
Cuando sus pétalos se abrieron, vio que en el interior había una niña diminuta. Fue por esto que decidió llamarla Pulgarcita, pues no era más grande que el dedo gordo de su mano.
Una noche, mientras Pulgarcita dormía junto a la ventana, un sapo la vio y se quedó admirado de lo bonita que era.
—Es perfecta para ser la esposa de mi hijo —se dijo, tomando la cama de la niña y dirigiéndose hacia el estanque de nenúfares en el que vivían—, ¡que nuera más hermosa voy a tener!
Al despertarse, Pulgarcita se sintió asustada al saber que querían casarla con un sapo. Le pidió ayuda a una mariposa que pasaba por allí volando y esta tomó un extremo de la hoja donde Pulgarcita flotaba, llevándosela muy lejos. Así, la niña fue a parar a un bosque, en el que estuvo viviendo alimentándose con miel y gotas de rocío.
Cuando el invierno cayó, una ratita muy amable la dejó entrar en su madriguera, donde Pulgarcita le ayudó a limpiar y hacer las labores de la casa.
Cierto día, el vecino de la ratita, un topo ciego, las invitó a ambas a visitar su casa, pues era muy rico. De camino a su residencia pasaron por un túnel, en el que Pulgarcita se encontró con un pobre pajarito herido e inmóvil.
—¡Pobrecito! —exclamó.
—Este ya no podrá volar —dijo el topo despectivamente—, se morirá de hambre y de frío.
Pulgarcita, compadeciéndose del ave, le llevó una manta más tarde y comenzó a alimentarla a hurtadillas todos los días, hasta que recobró la consciencia y se puso fuerte para volar. Tras agradecerle a la niña por sus cuidados, emprendió el viaje hasta un valle que se llenaba de flores en primavera.
Tiempo después, el señor topo anunció que quería casarse con Pulgarcita, pues se había enamorado de ella al escucharla cantar con su dulce voz. La ratita, feliz porque el topo tenía muchas riquezas, comenzó con los preparativos de la boda pero la muchachita se echó a temblar. No quería ser la esposa del topo y vivir para siempre bajo tierra.
Escuchando el trinar de un ave en las afueras, Pulgarcita se encontró con el pajarito al que había ayudado en el invierno.
—Súbete —le ofreció él, después de escuchar su triste dilema—, te llevaré conmigo al valle. Allí hay personas pequeñitas como tú y podrás vivir entre las flores.
Pulgarcita se montó en él y emprendieron el vuelo hasta ese hermoso lugar, que era habitado por la gente pequeña. Allí, conoció a un apuesto príncipe con el que se casó y vivieron muy felices.
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Cuento de Pinocho

Repaso letra CH
Equipo Rey León

Érase una vez, un carpintero llamado Gepetto que decidió construir un muñeco de madera, al que llamó Pinocho. Con él, consiguió no sentirse tan solo como se había sentido hasta aquel momento.
- ¡Qué bien me ha quedado!- exclamó una vez acabado de construir y de pintar-. ¡Cómo me gustaría que tuviese vida y fuese un niño de verdad!
Como había sido muy buen hombre a lo largo de la vida, y sus sentimientos eran sinceros. Un hada decidió concederle el deseo y durante la noche dio vida a Pinocho.
Al día siguiente, cuando Gepetto se dirigió a su taller, se llevó un buen susto al oír que alguien le saludaba:
- ¡Hola papá!- dijo Pinocho.
- ¿Quién habla?- preguntó Gepetto.
- Soy yo, Pinocho. ¿No me conoces? – le preguntó.
Gepetto se dirigió al muñeco.
- ¿Eres tu? ¡Parece que estoy soñando!, ¡por fin tengo un hijo!
Gepetto quería cuidar a su hijo como habría hecho con cualquiera que no fuese de madera. Pinocho tenía que ir al colegio, aprender y conocer a otros niños. Pero el carpintero no tenía dinero, y tuvo que vender su abrigo para poder comprar una cartera y los libros.
A partir de aquél día, Pinocho empezó a ir al colegio con la compañía de un grillo, que le daba buenos consejos. Pero, como la mayoría de los niños, Pinocho prefería ir a divertirse que ir al colegio a aprender, por lo que no siempre hacía caso del grillo.
Un día, Pinocho se fue al teatro de títeres para escuchar una historia. Cuando le vio, el dueño del teatro quiso quedarse con él:
-¡Oh, Un títere que camina por si mismo, y habla! Con él en la compañía, voy a hacerme rico dijo el titiritero, pensando que Pinocho le haría ganar mucho dinero.
A pesar de las recomendaciones del pequeño grillo, que le decía que era mejor irse de allí, Pinocho decidió quedarse en el teatro, pensando que así podría ganar dinero para comprar un abrigo nuevo a Gepetto, que había vendido el suyo para comprarle los libros.
Y así hizo, durante todo el día estuvo actuando para el titiritero. Pasados unos días, cuando quería volver a casa, el dueño del teatro de marionetas le dijo que no podía irse, que tenía que quedarse con él.
Pinocho se echó a llorar tan desconsolado diciendo que quería volver a casa que el malvado titiritero lo encerró en una jaula para que no pudiera escapar.
Por suerte, su hada madrina que todo lo sabe, apareció durante la noche y lo liberó de su cautivério abriendo la puerta de la jaula con su varita mágica. Antes de irse, Pinocho tomó de encima de la mesa las monedas que había ganado actuando.
De vuelta a casa Pinocho volvió a tener las prejas normales, cuando de repente, el grillo y Pinocho, se cruzaron con dos astutos ladrones que convencieron al niño de que si enterraba las monedas en un campo cercano, llamado el "campo de los milagros", el dinero se multiplicaría y se haría rico.
Confiando en los dos hombres, y sin escuchar al grillo que le advertía del engaño, Pinocho enterró las monedas y se fue. Rápidamente, los dos ladrones se llevaron las monedas y Pinocho tuvo que volver a casa sin monedas.
Durante los días que Pinocho había estado fuera, Gepetto se había puesto muy triste y, preocupado, había salido a buscarle por todos los rincones. Así, cuando Pinocho y el grillo llegaron a casa, se encontraron solos. Por suerte, el hada que había convertido a Pinocho en niño, les explicó que el carpintero había salido dirección al mar para buscarles.
Pinocho y grillo decidieron ir a buscarle, pero se cruzaron con un grupo de niños:
- ¿Dónde vais?- preguntó Pinocho.

- Al País de los Juguetes - respondió un niño-. ¡Allí podremos jugar sin parar! ¿Quieres venir con nosotros?
- ¡Oh, no, no, no!- le advirtió el grillo-. Recuerda que tenemos que encontrar a Gepetto, que está triste y preocupado por ti.
- ¡Sólo un rato!- dijo Pinocho- Después seguimos buscándole.
Y Pinocho se fue con los niños, seguido del grillo que intentava seguir convenciéndole de continuar buscando al carpintero. Pinocho jugó y brincó todo lo que quiso. Enseguida se olvidó de Gepetto, sólo pensaba en divertirse y seguir jugando. Pero a medida que pasaba más y más horas en el País de los Juguetes, Pinocho se iba convirtiendo en un burro. Cuando se dió cuenta de ello se echó a llorar. Al oírle, el hada se compadeció de él y le devolvió su aspecto, pero le advirtió:
- A partir de ahora, cada vez que mientas te crecerá la nariz.
Pinocho y el grillo salieron rápidamente en busca de Gepetto.
Geppetto, que había salido en busca de su hijo Pinocho en un pequeño bote de vela, había sido tragado por una enorme ballena.
Entonces Pinocho y el grillito, desesperados, se hicieron a la mar para rescatar al pobre ancianito papa de Pinocho.
Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió porfavor que le devolviese a su papá, pero la enorme ballena abrió muy grande la boca y se lo tragó también a él.
¡Por fin Geppetto y Pinocho estaban nuevamente juntos!, Ahora debían pensar cómo conseguir salir de la barriga de la ballena.
- ¡Ya sé, dijo Pepito hagamos una fogata! El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes.
Una vez a salvo Pinocho le contó todo lo sucedido a Gepetto y le pidió perdón. A Gepetto, a pesar de haber sufrido mucho los últimos días, sólo le importaba volver a tener a su hijo con él. Por lo que le propuso que olvidaran todo y volvieran a casa.
Pasado un tiempo, Pinocho demostró que había aprendido la lección y se portaba bien: iba al colegio, escuchaba los consejos del grillo y ayudaba a su padre en todo lo que podía.
Como recompensa por su comportamiento, el hada decidió convertir a Pinocho en un niño de carne y hueso. A partir de aquél día, Pinocho y Gepetto fueron muy felices como padre e hijo.

Fin